sábado, 13 de febrero de 2010

DEL CUARTO A LA SALA DE OPERACIONES

Ese día tan especial, ahora parece tan lejano, pero aún no ha pasado ni una sola semana, fue el martes pasado, el 12 de enero, el cuarto de MIA estaba invadido por sus papis, la abue, la señora Ito que llegó corriendo porque pensaba que no llegaría para ver a MIA antes de que se la llevaran, las enfermeras que una a una (las que más quieren a MIA) desfilaban para decirnos que todo saldría bien, que ellas la esperaban luego que dejara la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), también llegó el doctor Suzuki y la anestesióloga. La enfermera de turno de MIA nos dijo que estaba con un poco de fiebre y que por la noche también tuvo, pero lo estaban controlando. Me preocupé muchísimo porque había leído en los manuales que nadie debe de ir a cirugía con fiebre, pero la estaban controlando y ya se le había informado a la doctora. La doctora llegó a la habitación de MIA, la observó y con el estetoscopio la revisó, nos dijo que se veía bien, y sobretodo su estado de ánimo era muy bueno a pesar de estar con hambre, también nos dijo que hablaría inmediatamente con los doctores y analizarían si antes de llevarla a la sala de operaciones le harían un examen de sangre o no. Mientras los doctores fuera del cuarto discutían como proceder, MIA en el cuarto jugaba, reía y hablaba como lorita, estaba lista para enfrentar la batalla más difícil que pueda yo imaginar.

Ese mañana la teníamos cargada, la besábamos y hablábamos con ella, nos peleábamos por poder cargarla, hicimos turnos, ahora que reflexiono bebita, lo siento mucho mi princesita, debe de haber sido muy incómodo el estar de brazo en brazo. Al ratito, la enfermera nos dijo que podíamos llevarte hasta la sala de operaciones en brazos, decidimos que sería tu papi el que te llevara, y así fue. No le hicieron ningún examen de sangre, la doctora ingresó y nos dijo que el estado de MIA era adecuado para proseguir con la operación, que no nos preocupáramos, en ese momento yo pensé que aún tenía más tiempo para abrazar y cargar a mi bebé, cuando la doctora dijo: “Pues, vámonos...”

Fer la cogió en brazos, tan fuerte como pudo, yo me puse detrás del hombro izquierdo de Fer para observar el rostro de mi campeona, de mi KINITA, de mi princesa, para hablarle y verla, para ver esos ojitos tan preciosos, esas pestañitas y esas muecas que haces cada vez que sales de paseo fuera de tu cuarto. En la entrada nos esperaban los doctores para saludarnos y decirnos que nos esperaban después de que dejara UCI. Yo sólo vi un montón de ojitos sobre nosotros, rostros, en cambio, tu papi sólo esperaba encontrarse con la mirada del doctor Ni, se vieron, se saludaron y después no te quitó la mirada, estuvo viéndote, no sé como caminó, no sé cómo no tropezó, cómo lo hizo, no lo sé, pero así llegamos al cuarto piso. En el mundo real, habrán sido unos 7 minutos que duró el subir un piso por el elevador, para mi duró lo suficiente, lo suficiente para decirte que te amo, te lo dije y se lo dije a tu papá, no sé si me escuchó porque al observarlo estaba con el rostro lleno de lágrimas, tu lo veías profundamente y mientras yo los observaba, el océano se salía por mis ojos, esas lágrimas salían con una mezcla de sentimientos, quizás algunos aún no tienen nombre, pero yo los sentí.

En la entrada nos recibió la misma enfermera que recibió a MIA el día de su nacimiento, la anestesióloga y con ella iba la enfermera Sugiyama. Tu papi te entregó a los brazos de la enfermera que tenía su uniforme multicolor, y así te dijimos ITTERASHAI, que en japonés significa, “te esperamos”, el significado es más profundo, no es tan sólo un simple te esperamos, es un “te esperamos porque tienes que volver”.

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