sábado, 13 de febrero de 2010

FRENTE A LA SALA DE OPERACIONES

Lo que sentimos tu papi, yo y tu abue, es algo indescriptible e innarrable, según lo que tu papi pudo expresar en palabras, se sintió muy impotente, incapaz de protegerte, él sentía que tú, su hijita hermosa, tan pequeñita necesitaba de él, me explicó y me dijo muchas cosas más, pero sólo pude encontrar palabras para describirlo así, lo siento Fer, pero será algo que sólo tú lo sabes y lo sentiste. En mi caso, yo me sentía muy débil frente a esta situación, no sabía como reaccionar y cómo sentirme, sólo sé que me sentí muy frágil y, asfixiada frente a todo, pero también sabía que ya, ya era hora de terminar con la situación penosa de tenerte con una oxigenación muy baja, un promedio bajo y que no permitía que estés mucho mejor de lo que te manifestabas. Lloré, lloramos, pero sobretodo, estábamos confiados porque sabíamos que, otra vez más, no era más que una batalla ganada más por ti.

A las 9:10 la puerta se cerró delante de nosotros, sólo quedó a nuestro lado el doctor Suzuki, nos dijo que todo saldría bien, y así sería.

Tuvimos que regresar al tercer piso a recoger las cosas del cuarto de MIA y a encontrarnos con el cirujano. Tu abue se encargó de recoger tu móvil musical y tus juguetitos, nosotros esperamos al doctor que te operaría.

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